lunes, 19 de noviembre de 2007

Resuelto el misterio del "¡Que te calles, Karmele!" particular del rey

Tras más de una semana encerrados en un laboratorio termonuclear de formas elípticas y dinámicas a 200 kilómetros bajo tierra, mi equipo de investigación, encabezado por mí y compuesto principalmente por mí, un 486 con el buscaminas y un mono llamado Mónor, preparado para apuntar en una libreta todo cuanto sucedía, hemos conseguido averiguar el verdadero motivo por el cual S. A. R. Don Juan Carlos I de Borbón y Borbón mandó callar a Hugo Chávez.

Numerosos ensayos clínicos centrados en la temática de una comida familiar con el objeto de reproducir las condiciones ambientales de la Cumbre Iberoamericana, nos llevaron a la conclusión de que el rey se cabreó porque Chávez, al no cerrar el pico, impedía al monarca disfrutar de la siesta que por derecho constitucional le correspondía.

En dichos ensayos fueron sentados a la mesa un padre y un hijo, simulando a Zapatero y Chávez respectivamente, y un abuelo estándar conseguido en un establecimiento de confianza para reproducir al cuerpo central del estudio: el rey. Para completar la escena se rellenaron el resto de sillas con los maniquíes que sobraban de la "Fiesta de los maniquíes" de Golpes Bajos. El proceso fue el siguiente:

  1. El padre y el hijo interpretaron una rencilla doméstica entre un modernete padre pacifista anti-violencia y un niño malcriado y respondón.
  2. Los maniquíes de relleno guardaban silencio o sólo murmuraban ininteligiblemente.
  3. Se observaba la reacción del abuelo, previamente alimentado con un plato de fabada de lata, calentada en el microondas durante 3 minutos en potencia media.
En el 98% de las ocasiones registradas por Mónor, la reacción observada en el abuelo fue la misma: se reclinaba hacia delante con pasmosa diligencia y mandaba callar al mocoso. En el resto de los casos, fue imposible observar la reacción del abuelo debido a que una plaga de langostas fue liberada en el laboratorio por mi malvado hermano gemelo tras romper los grilletes que lo sujetaban a dos metros de altura y escapar de su jaula de medio metro cuadrado.
Posteriormente, se le preguntó al abuelo cuál era el motivo de su reacción, a lo que respondió:
"[...] pues el niño de los cojones, que no me dejaba echar la siesta."
Es así, pues, como llegamos a la conclusión de que el rey mandó callar a Chávez porque le resultaba imposible concentrarse en el reposo de la comida. Es de suponer pues que la verdadera razón por la que se levantó y se fue, es que veía que la cosa no sólo no mermaba, sino que el alboroto iba cada vez a más.

A las peticiones de las anotaciones originales del experimento, he de decirles que me las he dejado en los otros pantalones. Pero, desde aquí, Mónor y yo emplazamos al resto de amantes de la ciencia a comprobar por sí mismos la veracidad de nuestras afirmaciones.


Ningún animal resultó herido en la elaboración de este documento, salvo Skippy, el gato escriba. Pero ninguno más, y eso podrá atestiguarlo cualquier notario al que puedan acudir ustedes, gentes de bien.
Mónor se empeña en saludarles por última vez, y les pide que le guarden su secreto mejor guardado, razón por la cuál no les contará su secreto mejor guardado.

2 comentarios:

Libre dijo...

Siempre echando luz sobre los asuntos turbios de la ciencia pol�tica. Gracias, herr doktorsito.

Anónimo dijo...

jajaja que bueno. seguro que os dan un nobel por lo menos